Lunes 8 de Diciembre de 2008. Primera y única sesión de este día festivo. La Vidriera está a reventar, como nos tiene acostumbrados en las últimas ocasiones (y da gusto verla así).
Hoy toca una película con mensaje, con muchos mensajes. Quizá por el contexto y tema, quizá porque esté basada en un libro (de John Boyne).
Una película sobre campos de concentración nazis en la segunda guerra mundial, con una crítica más directa y facilona que las sutiles "La Lista de Schindler" o "La Vida es Bella", pero con el encanto de la barbarie vista desde los ojos de un niño de 8 años, Bruno, hijo de un alto cargo del ejército alemán al que destinan a gestionar un campo de exterminio.
Bruno nos hace ver desde su profunda inocencia cómo el uso de la razón de los mayores es un total despropósito.
Contínuamente nos enfrentaremos a la propaganda nazi (la mayor parte de la población no sabía lo que se hacía realmente en los "campos de trabajo"), los discursos patrióticos y los lavados de cerebro, sobretodo de los más jóvenes. Pero Bruno se niega a querer comprender lo que quieran que vea, y todo gracias a que conoce a un niño judío de 8 años también, llamado Shmuel, y que viste con un "pijama de rayas" en el campo de concentración.
La película tiene un buen ritmo, está bien llevada, aunque es previsble en muchos momentos. Pero lo mejor es un final "in crescendo" donde te pegas a la butaca por lo rápido que suceden los acontecimientos. Casi desde que empieza ese tramo final, estás intentando decirle a Bruno y Shmuel: .
En fin. Buena película, de esas que te hacen recordar que "no debemos olvidar de donde venimos, para no repetir los mismos errores". Un buen sabor de boca en general, aunque no llega al nivel de otras del estilo. Sin embargo el punto de vista de un niño alemán le da un buen aliciente para que sea una película digna de ser vista.
Del 1 al 5, le doy un 3,75
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